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Llenos, no tan llenos, ¡vacíos! |
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“Ser lleno del Espíritu Santo”. Esta expresión se usa a veces en las iglesias cristianas, pero no siempre se comprende correctamente. ¿Qué dice al respecto la Escritura? |
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“Llenar” siempre abarca dos cosas: La acción de “llenar” se produce cuando “algo” entra en cierto “espacio” y entonces el espacio es totalmente ocupado por lo que está entrando. Digamos que tenemos un vaso: si procedemos a "llenar" un vaso con agua, verteremos agua dentro de él hasta el borde, y diremos: el vaso está lleno. O si un ómnibus se detiene para que la gente suba, cuando ya no hay lugar para más nadie decimos: el ómnibus se llenó. "Llenar" es la acción, y cuando en un espacio ya no cabe más de lo que estaba entrando, se dice que “está lleno”. El momento anterior (cuando algo está fluyendo dentro del espacio) a estar lleno sería “estar llenándose”, y el principio de la acción puede denominarse “se empieza a llenar”. En el tema que nos ocupa, ese "algo" que llena, es una persona: El Espíritu Santo. Y el "espacio" al cual ingresa, es todo ser humano, hombre o mujer, que ha creído en la obra redentora de Cristo Jesús. Todos los cristianos son el espacio a ocupar por el Espíritu Santo. Por último, agreguemos que el término “llenar” siempre está entrelazado con el concepto de plenitud. De ocupar por completo el espacio.
Estos versículos hablan de esa plenitud, y del contexto se pueden ver los resultados de ser llenos del Espíritu, por lo que sucede en y alrededor de quienes están llenos. Sin embargo, aunque la plenitud es la meta, estos mismos versículos dan a entender que:
El deseo y propósito de Dios es que sus hijos reciban el Espíritu Santo y que éste los llene en plenitud. No obstante, si alguno no está LLENO, no pierde la condición de hijo de Dios. Agregamos este comentario porque en ocasiones se ha escuchado la pregunta: ¿Se puede ser "hijo" y estar vacío de Espíritu Santo? La Vida que hay en el creyente, recibida de Jesús, no es quitada si no se tiene el Espíritu Santo.
El Espíritu (el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, el mismo del cual hablamos aquí) da Vida a todo aquél que cree que Jesús es el pan de vida que descendió del cielo. Esa es la Buena Nueva del Evangelio. Pero recibir Vida y recibir el Espíritu Santo no son la misma cosa. Los creyentes -los redimidos hijos de Dios-, como se puede entender de las palabras del apóstol Pablo que vimos antes, pueden estar llenos, no tan llenos, casi vacíos o… ¡vacíos! del Espíritu Santo. Apoyándonos en las palabras de apóstol Juan,...
...entendemos que para ser "hijos", es necesario tener vida, la cual ciertamente reciben, como leímos más arriba, quienes creen que Jesús es el Cristo. En sus últimos días antes de ser crucificado, estando Jesús con los discípulos sopló sobre ellos diciendo: “Reciban…”. ¿Estaba hablando a "hijos" de Dios? Sí. ¿Pero tenían al Consolador? No. No tenían el Espíritu Santo. Éste les fue enviado después. Otra situación nos muestra a Pablo durante uno de sus viajes misioneros encontrándose en Efeso con ciertos discípulos.
Estos habían creído en Jesús como el Cristo, y Dios les había dado vida. Sin duda ya eran "hijos". Sin embargo desconocían la existencia del Espíritu Santo. ¿Se puede ser "hijo" y a la vez estar vacío del Espíritu Santo? Con todo, he aquí la gran promesa: ¡Es posible estar llenos! | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||